Microbiología
La llaman “Conan la Bacteria”…y no es por casualidad

Charo Céspedes Rubio
Biología | Bacteriología y Laboratorio Clínico | Microbiología Clínica
30 abr 2025
Mientras otros organismos colapsan ante la radiación, el frío o la desecación… Ella simplemente resiste para sobrevivir.
Así es Deinococcus radiodurans, una leyenda microscópica con récord Guinness.
Descubierta por accidente en 1956, mientras se intentaba esterilizar alimentos con radiación gamma, esta bacteria seguía viva dentro de una lata de carne envasada.
Desde entonces, D. radiodurans ha fascinado a la comunidad científica.
Tiene forma de coco, un tono rojizo por sus carotenoides, y al microscopio se ve agrupada en tetraedros o con otras formas.
Aunque en la tinción de Gram aparece como positiva, su envoltura celular se asemeja a una Gram negativa.
Además no causa enfermedades. Es una superviviente, no una amenaza.
Pero… ¿Por qué es tan especial?
Porque puede resistir dosis de 5.000 Gy de radiación ionizante, cuando 5 Gy ya son letales para un humano y 4.000 Gy pueden matar a un tardígrado.
Aguanta el vacío del espacio
Sobrevive a la luz ultravioleta extrema
Resiste la desecación y ácidos
Es capaz de reparar su ADN dañado y cuenta con cuatro copias de su genoma.
Esta bacteria ha abierto la puerta a nuevas posibilidades en la ciencia espacial, la biotecnología y la biorremediación de zonas contaminadas por radiación y metales pesados. Se utiliza como modelo en el estudio de procesos relacionados con el envejecimiento y el cáncer.
También se le ve futuro en la nanotecnología para la biosíntesis de nanopartículas de plata y de oro, elementos utilizados en la investigación y en el ámbito médico.
¿Dónde se encuentra?
Principalmente en ambientes ricos en materia orgánica como en el suelo, heces, carne, aguas residuales, alimentos deshidratados, en el polvo y en instrumental médico.
Aunque existe una arqueobacteria (𝘛𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘤𝘰𝘤𝘤𝘶𝘴 𝘨𝘢𝘮𝘮𝘢𝘵𝘰𝘭𝘦𝘳𝘢𝘯𝘴) que puede tolerar aún más radiación, Deinococcus radiodurans sigue siendo una de las más resistentes del planeta gracias a su capacidad de sobrevivir en múltiples condiciones extremas.
Una bacteria diminuta, sí…
Pero con una historia enorme que nos recuerda de lo que la vida es capaz.
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